Vigorexia: trastorno de la imagen corporal caracterizado por una obsesión por el físico y en concreto por el desarrollo de la musculatura y la práctica del deporte. Es el reverso de la anorexia nerviosa, pero unidos por un mismo núcleo: la obsesión por el físico que expone al sujeto a un serio riesgo tanto físico como psicológico.
En ocasiones las personas que sufren esta problemática justifican su comportamiento expresando que dichas prácticas no son resultado de la obsesión sino de la dedicación. Estas personas refieren promover «salud» ,bajo un lienzo de «aspecto saludable”, cuando en realidad exponen su cuerpo a limites extremos, por ejemplo dejándolo deshidratar (no beber agua durante mucho tiempo!) para tener una piel pegada al musculo.
Nada más lejos que la realidad: obsesión es obsesión y dedicación es dedicación. La clave esta en el uso que se hace de la actividad, si altera la vida normal o el bienestar del individuo.
Es necesario en este caso diferenciar lo patológico de lo normal. Ya el manual de los trastornos mentales de la asociación de psiquiatría americana (DSM-IV) define claramente los criterios de obsesión y dependencia: provoca alternación en la vida de la persona, deterioro en el resto de áreas y un malestar acusado si no se puede llevar a cabo la conducta obsesiva.
Deporte es salud y determinadas prácticas como el culturismo cuando son llevadas al extremo no son saludables, al contrario, son síntoma de carencias afectivas y serios problemas de autoestima que generan mucho sufrimiento en el individuo. Quienes delegan su bienestar en una única actividad, sea trabajo, parejas o deporte se exponen a depender de dicha actividad y su estado de ánimo girará entorno a ello.
Por lo tanto, la frase «lo que tu llamas obsesión yo lo llamo dedicación» transcribiendo las palabras de un deportista con quien tuve la ocasión de hablar sobre esta cuestión, daría como resultado, «lo que tu llamas obsesión yo lo llamo dedicación a mi obsesión»