Inhibición, sumisión o rebeldía, son las estrategias que el niño utiliza para intentar reducir la ansiedad que le genera la posibilidad de abandono o de que “le dejen de querer”. Son las tres formas de reaccionar ante un vinculo materno-filial de tipo inseguro; mecanismos adaptativos con los que el niño intenta restablecer sus necesidades de seguridad y afecto.

Las vivencias de los niños no tienen por qué ser un reflejo exacto de la realidad de los padres o de sus intenciones, que en la mayoría de los casos se presuponen ser buenas, es decir, que un niño perciba un ambiente inseguro no necesariamente indica que sus padres sean “negligentes” o despreocupados… Dichas vivencias indican que las necesidades afectivas de ese niño (necesidad de aprobación, amor y atención) no se han satisfecho generando en el niño un predominio de sensaciones de inseguridad que intentará compensar de alguna de estas formas:

  • Niños que aprenden a “no molestar” (mecanismo de inhibición),
  • a ser perfectos hijos, programados para satisfacer las necesidades de los demás (estrategia de sumisión) o
  • niños que niegan las instrucciones que les dan los adultos, que se rebelan, como una forma de llamar la atención de los cuidadores y calmar su ansia de amor y afecto (rebeldía).

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Cuando la vivencia infantil ha sido la de un apego ansioso-ambivalente y este patrón de relación se mantiene hasta la etapa adulta, la persona podrá presentar dificultades para construir su autonomía o para estar solo, y tendrá tendencia a establecer relaciones igual de inseguras y ansiosas como las que tuvo con su madre.

En terapia ayudamos a las personas que presentan dificultades en las relaciones de pareja a tomar conciencia sobre cómo han aprendido a vincularse desde su infancia, comprendiendo las causas de la repetición de patrones disfuncionales en las relaciones con los demás. Desde esta comprensión podemos trabajar la autonomía emocional, y únicamente desde esa madurez es posible entablar relaciones maduras y, por tanto, sanas.

 

“Todo amor puro y verdadero es compasión, y todo amor que no sea compasión es egoísmo”

ARTHUR SCHOPENHAUER

 

 

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