El amor es una de las áreas de la vida que más preocupación producen en las personas. Muchísimas personas sufren de “mal de amores”: dependencia, miedo al compromiso, frustración por no encontrar una relación estable o dificultad para superar una ruptura.
La realidad es que los seres humanos necesitamos amor, y cuando lo que queremos es una relación duradera deberíamos prestar especial atención a la hora de escoger bien a la pareja con la que iniciar un proyecto de vida tan serio como este.
Aunque es cierto que el enamoramiento no es algo que podamos programar y cuando éste aparece la parte racional del cerebro deja de funcionar y nos dejamos llevar por la ilusión del momento, sí que es posible aplicar un poco de razón en medio de todo este torbellino de emociones, si lo que queremos es construir una relación de pareja estable. A veces una pregunta tan simple como: me gustas pero…es esta una persona que me convenga? puede protegernos de relaciones potencialmente muy dolorosas.
En general nos falta de educación emocional, lo que nos repercute a la hora de escoger pareja, y a menudo confundimos la adictiva descarga de adrenalina tan característica del enamoramiento con el amor. Pero el amor es otra cosa, el amor se construye: se lucha, se suda, se trabaja.
Es muy fácil quedarse enganchado a alguien que no nos conviene, lo complicado es romper con los patrones antiguos … eso es realmente difícil porque implica mucha fuerza de voluntad. Deberíamos entrenarnos a resolver ese dilema “razón versus corazón”: entre lo racional “que me conviene porque es sano para mi “y lo pasional “la ilusión del momento, la adrenalina y el corazón”.
El problema está ahí en no resolver bien este dilema entre corazón y razón y no escoger bien, debido a esta necesidad por estar en pareja, o por miedo a pasarlo mal. Y como es más sencillo continuar con lo aprendido, repetimos patrones que en el pasado no nos funcionaron, cayendo en la elección de parejas que nos gustan, por quienes sentimos atracción pero con quienes no compartimos valores nucleares; a veces no cuesta extraer los aprendizajes derivados de las experiencias pasadas.
El amor no es una casualidad, sino una decisión que podemos tomar libremente. Podemos decidir si esa persona de la que nos estamos enamorando nos conviene o no, y actuar al respecto.
El amor es responsabilidad de cada uno. Si nos lo tomamos con la seriedad que se merece, podemos ahorrarnos mucho sufrimiento. Para aprender a ser responsables primero tenemos que tener claro quiénes somos, confiar en lo que ofrecemos en una pareja y poder escoger a personas con quienes compartir valores y criterios nucleares. El primer paso es hacer conscientes estos valores, criterios indispensables que queremos en nuestra vida, por eso te lanzo esta reflexión: qué necesitas en una relación de pareja?