La paternidad/maternidad es un valor importante para muchas personas, mientras que para otras no lo es tanto. Cada persona debe evaluar su propio interés respecto a esta cuestión, lo importante ya no es tanto la decisión, puesto que cualquier opción en este caso (tener o no tener hijos) es perfectamente válida, sino desde dónde y/o cómo se delibera: desde el miedo, desde la tristeza, desde el impulso? La respuesta ideal está en decidir libremente, y para ello se necesita autonomía psicológica.
La autonomía moral o psicológica parte de una clara percepción de las necesidades y deseos personales, de una firme voluntad de alcanzarlos, de una aceptación consciente y crítica de las leyes impersonales establecidas y sancionadas por la sociedad, de un reconocimiento de los deseos, necesidades y voluntad ajena y trata de tomar en consideración todas esas variables conjuntamente en el momento de asumir sus decisiones (Villegas, 2011).
De la definición del doctor y profesor en psicología Manuel Villegas se desprende que decidir libremente no es “hacer lo que me dé la gana porque me apetece” sino tener en cuenta todos los escenarios posibles, las expectativas, cómo tu decisión puede afectar a los demás, las consecuencias… ser conscientes y asumir la responsabilidad de todo ello. Quizás algunas de estas cuestiones podrían ayudarte a la hora de reflexionar en tener un hijo: te sientes motivado con la idea de la maternidad/paternidad o lo haces por tu pareja o para salvar tu relación? Quieres ser padre/madre porque toca o por no quedarte solo/a? Estás dispuesto/a a cambiar tu ritmo de vida? Estabilidad económica? Apoyos para cuidar al bebé? Reflexiona, haz conscientes tus miedos, tus expectativas y trabaja tu responsabilidad respecto a tus respuestas. No te obsesiones con la fase inicial de embarazo y los primeros meses del bebé, un hijo es un compromiso para siempre.
Muchas personas que se estrenan en la paternidad nos comentan en terapia que viven esta etapa de forma estresante, se sienten desbordados, ansiosos, irritables…sentimientos que interpretan como algo negativo que les lleva a cuestionar su decisión, incluso su valor como personas (“quizás no estoy preparado para ser padre/madre?” “Estoy siendo una mala madre/mal padre para mi hijo/a?”). Este tipo de interpretaciones puede llegar a generar sentimientos de culpabilidad, debido a la contradicción entre lo que uno siente y la visión de “felicidad absoluta” que esperaban, idea muchas veces alimentada por el bombardeo de mensajes de “familia feliz” provenientes del cine, la televisión, incluso del entorno… Aunque la llegada de un hijo sea un suceso lleno de alegría, no deja de ser un cambio, generador de estrés, que hay que saber manejar. Tener un hijo supondrá una gran alegría pero también un cambio considerable en la vida, que conllevará una reacción de emociones muy diversas. Respeta tus tiempos y permítete dar salida a todos esos sentimientos, a veces contradictorios.
Cada cual deberá evaluar su interés en convertirse en padre/madre. La psicología demuestra que la felicidad no depende únicamente de este proyecto tan importante (la paternidad), sino de cómo cada persona sepa manejarse con su vida, la felicidad es una actitud que se puede aprender. Aunque tener hijos es un acontecimiento que llena de sentido a la existencia, también existen otros compromisos que pueden llenar de sentido la vida. El compromiso y la responsabilidad con respecto a uno mismo son las bases sobre las que iniciar la construcción de cualquier proyecto y dotar, así, de sentido a nuestra existencia.