Existen creencias distintas sobre las emociones en función del género, emociones permitidas y emociones prohibidas en función de si eres hombre o mujer. Por ejemplo, en una discusión en pareja, la mujer llora en respuesta a la frustración derivada de la discusión y el hombre reacciona alzando la voz y recriminando, respuesta típica de rabia. Muchas veces ambos se sientes tristes y enfadados a la vez pero por qué estas reacciones tan distintas? La respuesta la encontramos en nuestra educación emocional.
Desde la infancia a las niñas con frecuencia se les enseña a ser femeninas y educadas: «las señoritas no se enfadan, no gritan ni se pelean». Esas son tareas destinadas a los chicos. Las chicas entonces crecen bloqueando o prohibiéndose la rabia de forma inconsciente, asociándola a una emoción negativa y la confunden con la tristeza; por esto muchas chicas cuando se enfadan lloran, convencidas de que el llanto, o bien el silencio son una opción y estrategias de afrontamiento válidas ante las situaciones injustas, o ante las agresiones de la vida. Muchas chicas no se permiten enfadarse de forma responsable y eso no les permite adaptarse correctamente a las situaciones, se sienten indefensas. Si estás enfadada/o y reaccionas llorando o quedándote en silencio, en vez de explicar lo que te pasa y proponer soluciones o defenderte de forma adulta, entonces te colocas en una posición pasiva de indefensión y desde esa postura no te sentirás mejor porque no estarás tratando esa emoción correctamente.
Con los chicos acostumbra a pasar lo contrario, aprenden que la tristeza es cosa de chicas, por lo que se prohíben la tristeza aunque legitimados a dar salida a su rabia, como sinónimo de fortaleza, y algunos se permiten gritar, tirar cosas, recriminar, etc…, y fácilmente acaban confundiendo la tristeza con la ira. Con frecuencia escuchamos en terapia a muchos hombres que cuando se sienten tristes reaccionan de forma iracunda, complicando la adaptación a las situaciones que desencadenan una reacción emocional. Si estás triste y reaccionas con una actitud defensiva no podrás calmar la emoción de la tristeza, puesto que esta no necesita defensa, sino consuelo.
Estos podrían ser dos ejemplos de los muchos aprendizajes erróneos sobre la gestión emocional que solemos encontrarnos en terapia. También es cierto que generalizar es equivocarse y que estas situaciones no son exclusivas de cada sexo, puesto que también hay chicas que reaccionan de forma iracunda cuando están tristes y chicos que bloquean su rabia.
El problema no es llorar o enfadarse, es tema está en hacerlo como respuesta a la emoción que toca, de forma responsable, sin herirte y sin herir a los otros. En terapia enseñamos a las personas a identificar las emociones que se desencadenan ante las situaciones de la vida y gestionarlo de forma adaptativa. Si cuando estás triste gritas y cuando estás enfadada/o lloras no atenderás correctamente esa emoción y se complicará la resolución de esa situación. No olvides que las emociones nos ofrecen información necesaria para adaptarnos a las situaciones del día a día, por tanto debemos estar atentos a identificarlas y gestionarlas correctamente, con responsabilidad y respeto, para estar en equilibrio. Como diría Elsa Punset en el programa Redes: «No es magia, es inteligencia emocional».