La confianza es una herramienta esencial para caminar, necesaria para nuestro equilibrio mental y físico. Su origen está en la infancia: en función de la confianza que el entorno deposite en el niño éste aprenderá a percibirse y a percibir a los demás y a su entorno de una forma u otra: desde la tranquilidad o, por el contrario, desde el miedo o la incertidumbre de un entorno visto como una amenaza. Es el llamado «Efecto Pigmalión» o «Profecía autocumplida».
El mito de Pigmalión se relata en la obra La Metamorfosis de Ovidio: Pigmalión, rey de Chipre, buscó durante muchísimo tiempo a una mujer con la cual casarse. Pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia. Una de estas, Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua. Mediante la intervención de Afrodita, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida y al despertar se encontró con Afrodita, quien, conmovida por el deseo del rey, le dijo «mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal«. Y así fue como Galatea se convirtió en humana.
El efecto Pigmalión se basa en estas tres variables: expectativas, confianza y «profecía autocumplida»: si yo creo que tú eres capaz de hacer, capaz de responsabilizarte y te transmito esa confianza en tu capacidad es muy posible que sientas ese ánimo y entusiasmo y finalmente esa profecía se acabe cumpliendo. No se trata de magia, sino de ciencia. Cuando tratas a los demás creyendo en ellos, en su potencial, condicionas su motivación y actitud ante los objetivos o tareas. A este efecto lo denominamos Pigmalión positivo.
Sin embargo, los prejuicios y expectativas negativas en los demás que focalizan la atención en lo que no va bien, resaltando los errores o las debilidades, acaban confirmando dichos prejuicios produciéndose un impacto negativo en la persona, que se traduce en desmotivación e incrementa la posibillidad de abandono de la tarea. Son los efectos del Pigmalión negativo. Padres, tutores, profesores o entrenadores con perfil autoritario, que transmiten mensajes a sus hijos, subordinados, amigos o parejas, etc sin tener cuidado en el impacto que produce en los demás las palabras, el cómo se transmite un mensaje, dando órdenes, castigando cada fallo… La letra con sangre no entra; existen palabras que bloquean e impiden una actitud favorecedora generando que se cumpla la profecía: NO ERES CAPAZ…
Los pigmaliones de nuestro entorno pueden llegar a condicionar nuestro futuro laboral, personal, social, etc… porque arrastramos esas etiquetas a lo largo de nuestra vida. Pero no debemos olvidar que todos somos Pigmaliones de nuestro entorno, así que no descuidemos el que habita en nuestro interior: potencia lo mejor de los que te rodean.
He aquí algunos consejos sobre cómo ser un Pigmalión positivo:
- Elimina tus prejuicios e intenta resaltar lo positivo de los demás. No subestimes las capacidades de los que te rodean. Cree en ellos.
- Sé paciente: el aprendizaje es un proceso lento, no exento de error. Respeta el proceso de los tuyos, no castigues los errores.
- Sé un Pigmalión sincero: focalízate en las fortaleces concretas, transmite mensajes de forma sincera.
No te pierdas este conmovedor spot publicitario sobre el efecto Pigmalión o profecía autocumplida.
Creer es poder 🙂