“Según se es, así se ama”, decía Ortega y Gasset (1980). Las consultas sobre cuestiones relacionadas con el amor acostumbran a ser las más demandadas en psicoterapia, especialmente centradas en dos grandes temas: en la autoestima y en las relaciones afectivas. Dos términos unidos por un mismo concepto, el amor, pero que adquieren matices distintos. Por un lado el amor de la autoestima, dirigido hacia uno mismo, por otro el amor en las relaciones afectivas, orientado hacia los demás. Cada persona construye su propia idea del amor, porque es una respuesta aprendida.
Laura Contino, directora de nuestro centro, expone en sus cursos de formación la siguiente afirmación de uno de sus grandes maestros, Dr. Alfredo Canevaro: “La pareja es el perchero donde colgamos nuestros trapos sucios”. Así lo explica en uno de sus artículos: “Hay un concepto en psicología que se llama proyección: atribuir a la otra persona (el perchero) cuestiones nuestras no resueltas (nuestros trapos sucios”)… “La pareja “sólo” nos está haciendo de espejo de todas aquellas carencias que llevamos desde quizás cuanto tiempo cargando en nuestra mochila, pero inconscientemente queremos que esta persona nos rescate y por fin nos dé todo lo que no hemos tenido antes…y así la pareja se convierte en un salvavidas”. (L. Contino, 2013).
Cuando una persona no tiene bien construida la base nuclear que lo sustenta todo (el Yo) tiende a buscar el amor en el lugar incorrecto, y se pierde en una selva emocional. Erickson sostenía la necesidad de estructurar una identidad, un yo seguro que permita desarrollar la capacidad para intimar. Por todo ello, muchos de los problemas que requieren intervención especializada nacen de una deficiente construcción de la propia autoestima, causa de múltiples desajustes en la vida adulta.
La terapia será un recurso con el que se enseñará a identificar los problemas y reaprender a construir una visión sana de si mismo y del amor. Ayudaremos a que el paciente se considere un ser válido y digno de amor, simplemente por el hecho de existir, desprendiéndose de las pesadas cargas que entorpecen el camino hacia la madurez o autonomía emocional.