El silencio, ¿cómo lo utilizamos?
Entendemos el silencio como la ausencia de noticias o palabras sobre un asunto. Pero el silencio, más que ausencia, es presencia de múltiples mensajes, porque aquello que no se expresa con palabras también se comunica.
El tema del silencio aparece en terapia como un medio al que muchas personas recurren para hacer ver que algo no existe, que está enterrado y por tanto nunca fue ni será. Por tanto, muchas veces aparece como un mecanismo de protección o defensa para evitar sufrir “Me voy a callar no vaya a ser que….”. Es una forma de protegernos del miedo que nos produce aquello que no podemos controlar: como por ejemplo, cómo se sienta el otro cuando le comunique, cómo me vaya a sentir yo, cómo pueda valorar/juzgar la otra persona lo que expreso….
El silencio, aunque parezca que esté vacío de contenido explícito puesto que aparentemente no hay mensaje hablado, muy al contrario a lo que se piensa, está lleno de significado.
¿Callar o hablar? ¿Qué es mejor?
El silencio puede tener muchísimo significados, en sí no es bueno ni malo, todo va a depender del modo en el que se use. Me explico. Saber estar en silencio puede ser muy positivo cuando eso nos aporta reflexión, concentración, relajación, pero también muy negativo si ante las situaciones de incomodidad o malestar con los demás, siempre optamos por callar y no comunicar.
No soy partidaria de decirlo todo en todo momento a la cara, pero sí de sentirnos libres a la hora de decidir si queremos comunicar o no algo que nos inquiete, en función de la necesidad que tengamos en ese momento. Por tanto es tan importante saber estar en silencio, como saber comunicar.
¿Qué significados se esconden tras los silencios?
Lo veo con mucha frecuencia en terapia, especialmente en estas situaciones:
-entre parejas que no se atreven a explicitar situaciones de las que ambos son conscientes pero temen hablar por inseguridad o por miedo a la respuesta del otro. Miedo a expresar a la pareja lo que se siente, o miedo a preguntar sobre algún asunto que inquieta… o
-en terapia individual, muchas personas tras sufrir una pérdida, se lamentan de aquello que quisieron decir y no dijeron… o cuando analizamos el sistema familiar de una persona y de repente se evidencia la cantidad de silencios que existen en una familia. Personas que se habituaron a cargar “en la mochila” muchas preguntas sin respuesta simplemente porque siempre fue así, o porque cuando se intentó hablar se recibió un feedback muy negativo… y por tanto, esas personas aprenden a mantener esos silencios, y sus cargas añadidas, generación tras generación.
Los secretos familiares, aquello que parece que si no se habla no existe, produce un efecto bien distinto al que se pretende. Más bien funciona como un acumulador muy potente de tensión que incrementa el malestar y que inevitablemente se irá transmitiendo a los descendientes hasta que alguien decida explicitarlo y trabajarlo.
¿Puede el silencio afectar en la relación con los demás?
Por supuesto que sí. Las relaciones interpersonales se nutren de aquello que decimos pero también de todo lo que no decimos. Es imposible no comunicar, aunque no hablemos y estemos callados. Es más, cuando dejamos de expresar algo por miedo, o por rabia, o tristeza… o cualesquiera que sea la emoción de la que nos queramos proteger, lo que estamos consiguiendo es justo el efecto contrario: la situación se enrarece y ese silencio genera tensión y distancia entre las personas implicadas. Además, cada persona interpretará esa tensión desde su visión, por lo que contra más tiempo pase, la situación se irá volviendo más y más incómoda.
Nunca te ha pasado encontrarte con un familiar o con un conocido, con quien supuestamente deberías estar cómodo y justamente lo que sientes es malestar? Esa tensión que se masca en el ambiente es el resultado de muchas emociones no expresadas, por miedo, por ignorancia, por desconocimiento…. sea por el motivo que sea, todo aquello que no se habla lo único que genera es distancia emocional entre las personas. Además tu cuerpo es el contenedor de todo aquello que no se expresa, y esas emociones que nunca se expresaron, aprisionarán lentamente tu sistema nervioso hasta llevarlo al colapso. Tu cuerpo tarde o temprano te hará saber cuántos silencios fueron dañándote, y te acabará frenando de forma inevitable.
¿Cómo saber si utilizo el silencio de una forma positiva o negativa para mi bienestar?
El primer paso siempre es el de darse cuenta o tomar consciencia de cómo nos afectan las cosas, para luego preguntarnos qué otros recursos podemos desarrollar que nos permitan ampliar las herramientas para hacer frente a aquello que nos perturba.
Párate un segundo y piensa: ¿cómo te sientes cuando aparece el silencio con los demás? ¿qué recursos utilizas para hacer frente a estas situaciones? ¿te pones a hablar de cualquier cosa para evitar ese momento tenso? ¿te alejas físicamente de la persona con quien te sientes incómod@? ¿Consideras que esa forma de afrontar los silencios es válida para ti?
Si no supiste responder a algunas de estas preguntas te invito a que seas más consciente a partir de ahora de todos esos momentos en los que callas, porque tras esos silencios te aseguro que se esconde muchísimo más de lo que puedas imaginar.